Podemos evitar que más niños coman arena
Por Gonzalo Fanjul
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos quienes defendemos los programas de ayuda al desarrollo es la dificultad de ofrecer resultados tangibles que permitan a la opinión pública calibrar las consecuencias de un recorte.
La desaparición del ambulatorio de nuestro barrio o el despido de profesores en la escuela de nuestros hijos resultan perfectamente tangibles y, en consecuencia, provocan una reacción de rechazo de la ciudadanía.
Pero ¿qué ocurre exactamente cuando un país pobre deja de recibir el apoyo que España u otros donantes le estaban dando (por pequeño que este fuese)?.
Para contestar a esta pregunta se presentó en Madrid el informe “Mi hijo ya no come arena”, en el que he estado trabajando durante los últimos meses por encargo de UNICEF España.
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