Familias miskitas protegen la Reserva de Biosfera Bosawas
Arar la tierra para sembrar arroz, frijoles, yuca o plátanos forma parte de la rutina diaria de Javier Smith Lino, un campesino nicaragüense de la localidad de Waspam, en la Región Autónoma del Atlántico Norte, que depende de la cosecha para poder alimentar a sus nueve hijos.
La tierra es la vida para Javier y sus hijos y lo es también para otras 276 familias que por primera vez tienen acceso a fuentes de energía en la comunidad Klisnack, y lo mejor de todo: energía limpia, gracias a una iniciativa impulsada en Nicaragua por el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM).
Contar con una fuente energética cambió radicalmente la vida de esta comunidad indígena de mayoría miskita. Ahora las familias reciben servicios de salud y los adultos que no saben leer y escribir participan en programas de educación especial que tienen lugar en horario nocturno.
Corredor Biológico Mesoamericano
Waspam, ubicado a unos 780 kilómetros al norte de Managua, es un municipio dividido por el Río Coco integrado por un centenar de comunidades indígenas, en su mayoría de la etnia mískita, donde tuvo su radio de acción el programa conjunto "Medioambiente y Cambio Climático", uno de los seis que financia en Nicaragua el F-ODM.
El programa se enfocó en el manejo de recursos naturales y la provisión de servicios ambientales en la zona de amortiguamiento de la Reserva de Biosfera de Bosawas, la más grande de Centroamérica, en los municipios de Bonanza y Waspam, y las micro cuencas Waspuk, alto Wawa y alto Kukalaya.
La Reserva de la Biosfera de Bosawas es uno de los elementos centrales del denominado "Corazón del Corredor Biológico Mesoamericano", reconocida por su rica biodiversidad y numerosas especies poco frecuentes y en peligro de extinción, como el oso hormiguero gigante, el tapir de Baird o el mono araña, entre otros.
Energía renovable
En las zonas de incidencia del Programa Conjunto se promovió la planificación y manejo de microcuencas, el establecimiento de sistemas de agua y saneamiento, energía renovable, la promoción de sistemas agroforestales y una estrategia de comunicación para la educación ambiental con enfoque de género y gestión de riesgo.
Una de las iniciativas del programa consistió en la instalación de paneles solares a nivel domiciliar, lo que permite que sean las mismas familias de las comunidades participantes las administradoras del recurso, ya que se organizaron para obtener un fondo común destinado al mantenimiento del sistema de energía fotovoltaica.
Los aportes se recolectan mensualmente en cada una de las siete comunidades y el Comité que administra el fondo está integrado en su mayoría por mujeres (70%). Además se capacitó a líderes comunitarios en tareas de mantenimiento, de tal manera que si algún panel falla, las comunidades puede repararlo.
Energía fotovoltaica
Obtener energía a través de los sistemas fotovoltaicos evita la combustión y producción de contaminantes atmosféricos, previniéndose así la lluvia ácida o efecto invernadero. Si las viviendas de las 276 familias tuvieran energía eléctrica en lugar de paneles solares necesitarían 11,7 galones diarios de combustible.
El programa conjunto de Medio Ambiente fue una colaboración entre el Gobierno nicaragüenses y siete agencias del sistema de Naciones Unidas (PNUD, Unesco, ONUDI, PNUMA, OPS, Unicef y PMA) para que el país cumpla con la séptima Meta del Milenio que busca garantizar la sostenibilidad ambiental.
Tanto las iniciativas de este programa como las impulsadas por los otros cinco que trabajan en Nicaragua forman parte de los esfuerzos que está haciendo el F-ODM para luchar contra la pobreza y reducir las desigualdades en el mundo, con especial atención a las comunidades más necesitadas.