La Gran Manzana salvadoreña

 

Hablar de la Gran Manzana es para casi todo el mundo hablar de hileras interminables de rascacielos, de tiendas de lujo en la Quinta Avenida, del emblemático Empire State y la estatua de la Libertad. Es hablar de la capital del mundo, del lugar escogido por millones de inmigrantes para labrarse un futuro mejor. La Gran Manzana es, indiscutiblemente, sinónimo de Nueva York.


Pero para otros, como Felipe Henríquez, la Gran Manzana es el nuevo barrio donde espera instalarse pronto en Santa Tecla, a las afueras de la capital de El Salvador, en uno de los dos municipios donde tiene su radio de acción un programa conjunto del Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM).


Líder de la comunidad La Cruz, en Santa Tecla, Felipe sigue sin entender de dónde han sacado fuerzas estos años las 143 familias que malviven en extrema pobreza pese a estar rodeados de comercios, instituciones públicas y hospitales. “Son más de treinta años de sufrimiento. ¿Cómo es posible vivir en la ciudad y en las condiciones pésimas en las que habitamos”, se pregunta contrariado.


“Es ahora o nunca”, recuerda que se dijo a sí mismo hace apenas un año cuando tras un recorrido por La Cruz con un equipo de la ONU le comunicaron que su comunidad podía beneficiarse de un nuevo proyecto para transformarla en un asentamiento productivo urbano sostenible. “Era nuestra carta al futuro”, pensó.


Con poco más de 5,7 millones de habitantes, El Salvador tiene en la actualidad un déficit habitacional de casi medio millón de viviendas, y sólo en el área metropolitana de San Salvador, donde vive una cuarta parte de la población del país centroamericano, las autoridades han identificado 1.747 asentamientos urbanos precarios que, como en La Cruz, no tienen los servicios básicos mínimos.


El programa conjunto “Vivienda y Asentamientos Urbanos Productivos y Sostenible” lanzó a comienzos de febrero un concurso nacional urbanístico y arquitectónico, “El derecho a la ciudad: la Gran Manzana”, en busca de un proyecto para brindar a las familias de La Cruz un diseño habitacional de calidad que supliera de forma digna sus necesidades básicas.


El objetivo es muy claro: ofrecer vivienda digna, de calidad y asequible a los vecinos y de paso insertar a la comunidad en los encadenamientos productivos de su entorno ofreciendo productos y servicios de todo tipo a los centros educativos y empresas de la zona, así como servicios de mantenimiento y en el sector de la construcción.


La palabra que se le viene a la mente a Felipe es un “calvario” cuando recuerda que hace 15 años se “enganchaban” al tendido eléctrico porque por no tener no tenían ni luz, y hoy todavía siguen sin suministro de agua potable en sus casas. “Las condiciones son tan precarias que nuestros sanitarios son colectivos, al igual que los lavaderos”, nos cuenta.


Los vecinos de La Cruz disponen en este momento de seis sanitarios para mujeres y seis para hombres, así como diez lavaderos comunitarios, lo que ha obligado a establecer turnos para que las familias puedan lavar su ropa y asearse. El cóctel es explosivo y el conflicto está garantizado, según reconoce el líder comunitario.


La intervención en Santa Tecla destaca especialmente por la gran movilización social que ha despertado el proyecto, que se está financiando a través de importantes convenios con el sector privado y que representa un modelo innovador para afrontar la crisis habitacional en El Salvador que llevará a las autoridades a replicarlo en otras zonas del país.


Además de los nuevos edificios de viviendas de interés social se están construyendo espacios recreativos, comerciales y artísticos, con la idea de integrar la Gran Manzana al desarrollo económico del entorno y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, logrando con ello “hacer ciudad”, según el viceministro de Vivienda, Edín Martínez.


Desde que se formalizó el proyecto hace unos meses han recibido fondos que han ayudado a fortalecer el “tejido social” de La Cruz, mientras que las mujeres y niños se han estado formando a través de talleres de aprendizaje. “Es para nosotros un sueño hecho realidad”, añade Felipe Henríquez. “Nunca antes La Cruz se había sentido tan orgullosa como ahora”, concluye.


El programa conjunto es ejecutado por tres agencias de la ONU en colaboración con el Viceministerio de Vivienda y las autoridades municipales en el marco de los esfuerzos del Gobierno salvadoreño por lograr los Objetivos del Milenio para erradicar la pobreza extrema y el hambre, alcanzar la igualdad de género y autonomía de la mujer y promover la sostenibilidad del medio ambiente.



Share |