Niños sanos, niños nutridos, niños felices

 

Con la frente marcada por los años y el sol, manos grandes y generosas como la tierra ayacuchana, sus ojos muestran la sabiduría de la edad combinada con el entusiasmo de un joven. Es Domingo Díaz Cisneros, un técnico agropecuario del Ministerio de Agricultura de Perú que aporta su granito de arena a los esfuerzos del Gobierno en la lucha contra la desnutrición infantil.

Domingo es uno de los 197 facilitadores que se han formado para ayudar a las comunidades a mejorar las prácticas de cultivo y la crianza de animales, gracias a una iniciativa del programa conjunto “Infancia, Nutrición y Seguridad Alimentaria”, uno de los cuatro que financia en Perú el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM) de lucha contra la pobreza y las desigualdades.

“Ahora nos sentimos involucrados con las comunidades”, nos cuenta este técnico agropecuario que asegura que desde que participó en una de las Escuelas de Campo de Agricultores impulsadas por el programa conjunto no ha dejado de aplicar los conocimientos aprendidos en su trabajo de extensión agropecuaria en distintos distritos de la provincia de Ayacucho.

El radio de acción de programa conjunto son los departamentos de Ayacucho, Apurímac, Huancavelica y Loreto, donde la desnutrición crónica infantil es uno de los graves problemas que afecta actualmente a estas regiones de Perú, como en el caso de Ayacucho, donde el 35,3% de los niños menores de cinco años sufren de dicho mal.

Escuelas de Campo de Agricultores

Domingo participó en una de las Escuelas de Campo de Agricultores impulsadas por el programa, una nueva metodología de extensión agraria implementada en las cuatro regiones del país donde se forman facilitadores para llegar a las comunidades a intercambiar experiencias para mejorar las prácticas de cultivo y la crianza de animales.

“Yo he cambiado bastante, habilidad, destreza, creatividad, he cambiado. Antes iba desganado porque no tenía presupuesto pero ahora me involucro con otras instituciones para aplicar esta metodología”, añade Domingo, quien recuerda que hasta hace poco los campesinos no creían en la asistencia técnica. “Pero hay gente que viene ahora a pedirme que los capacite”, menciona.

El programa conjunto trabaja fortaleciendo las capacidades de los operadores de salud, extensionistas agrarios y profesionales y técnicos de los programas sociales para mejorar su atención a las familias de las comunidades promoviendo la mejora de sus prácticas agropecuarias y de salud en la lucha contra la desnutrición crónica infantil.

“Un buen facilitador tiene que ser concertador, promotor. Si no tiene eso no es técnico, tiene que ser creativo para saber cómo intervenir en las comunidades”, explica Domingo, quien ha aprendido en los cursos a valorar los conocimientos ancestrales y a involucrarse durante todo el desarrollo fisiológico de la planta o en el calendario de crianza, creando lazos únicos de confianza con el agricultor.

Sanidad, nutrición y buenas prácticas

A través de conceptos como horizontalidad, inclusión, investigación campesina y participación, que se incorporaran como ejes transversales al realizar actividades de extensión en el campo, también han recibido capacitación en temas transversales como Sanidad, Nutrición, Gestión del Riesgo y Buenas Prácticas Agropecuarias.

“Tenemos un compromiso con la comunidad de trabajar para salir de la pobreza que nos dejó la violencia sociopolítica”, cuenta Luis Antonio Arone León, un campesino de 40 años que preside el Comité de Desarrollo Comunal de Chullcupampa, una comunidad de Ayacucho golpeada por la violencia de los años ochenta que dejó familias desplazadas, mujeres viudas y niños huérfanos.

Los cursos han permitido a estas comunidades aprender a fumigar, a preparar abonos y obtener “biol” para mejorar la producción, y también otras lecciones como la importancia de la igualdad de género. “Antes se discriminaba a las mujeres porque creíamos que no servían en el campo pero ahora el trabajo se hace por igual”.

“Compartimos ideas y conocimientos, y dialogamos con la finalidad de aprender de la asistencia técnica agropecuaria. Juntamos las ideas y sale perfecto. Además la Escuela de Campo de Agricultores nos ayuda a socializar bastante, hacemos varias dinámicas y eso nos da una parte de organización para la comunidad”, añade Luis Antonio.

El programa conjunto forma parte de los esfuerzos que está haciendo el F-ODM para luchar contra las desigualdades alrededor del mundo ayudando a los diferentes gobiernos a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), como en el caso de Perú, uno de los países con mayores desigualdades de América Latina.

Cinco agencias del sistema de Naciones Unidas (Unicef, OMS, UNODC, PMA y la FAO) colaboran en este programa conjunto, del que se han beneficiado ya 4.661 familias, y que apoya los esfuerzos del Gobierno peruano para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición en cuatro de las regiones más pobres del país acelerando la implementación de la estrategia nacional “Crecer”.

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